Desde el mito judeocristiano, y desde la interpretación moderna de los símbolos presentados ahí cargados de culpa hipermasculinizada, aprendemos que Eva es la mujer que cayó en tentación y que por su culpa fuimos expulsados del Edén para sufrir. Esto nos mueve a creer que lo femenino es menos importante que lo masculino, y por ende el estar en una sociedad machista, patriarcal, y sumamente des-balanceada.
Hoy quiero compartir contigo otra interpretación de la historia, una que desde lo simbólico se actualiza a los tiempos donde podemos re-leer estos eternos mitos desde una manera más amorosa, y por ende, más cercano a lo que Es. No es necesario que "creas" que esta historia efectivamente ocurrió. En la lectura de los mitos, como dice Joseph Campbell, no es necesario creer que ocurrieron, sino que siempre ocurren constantemente.
Eva representa lo femenino en el ser, así como Adán lo masculino.
Eva es la madre de la humanidad, gracias a su decisión de escuchar la serpiente (símbolo de lo material, la dualidad) y comer del fruto (auto-consciencia, el lenguajear, entrada al ouroboros), Eva prefirió vivir la dualidad y la ilusión de separación a la unidad en el Edén, donde todo era perfecto.
Eva entendía que la humanidad no podía surgir si se quedaban en ese espacio no-dual. Prefirió ser madre a estar en el Jardín.
Adán y Eva estaban en plena comunión en Cielo y Tierra, pero Eva fue la que tomó la decisión por la cual tenemos esta experiencia humana dual.
Eva representa el futuro, el avance, lo nuevo.
Eva representa la madre arquetípica que entiende que para que continue el legado hay que soltar y sacrificar el ego por lo que viene.
"El pecado original" se transforma en la "bendición original" como dice Richard Rohr. No fue la "caída del Edén" sino el acto de amor de la Madre simbólica de toda la humanidad.
Estamos en poderosos tiempos donde lo femenino se acepta más y más como necesario para así lograr el balance que nos permita avanzar como humanidad. La razón por sobre la emoción es más y más una historia del pasado, una tradición inconsciente que podemos transformar hacia este equilibrio entre lo masculino y femenino.
Todo ser humano, sin importar sus características individuales, puede desarrollar su mente femenina y masculina (puedes revisar otros artículos donde he desarrollado esta idea) para así crear lo que el Jung denominaba "individuación", proceso en el cual hacemos consciente lo inconsciente, acercándonos cada vez más a lo que ES.
Gracias Eva por permitirnos ser, y desde este lugar de separación podemos reconocer su ontología ilusoria y volver hacia el Jardín cual niños de la mano de su Padre y Madre.
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