La mentira de la felicidad




Mucha gente podría responder a la clásica pregunta existencialista: ¿Cual es el propósito de la vida? (o alguna de sus variantes) con algo relacionado a la "felicidad". 

 ¿Es realmente el fundamento esencial el sentir felicidad? 

Uno de los grandes errores, producto de la sociedad en la que vivimos, es creer que el vivir debe apuntar a estar “siempre felices”.

 En el mundo consumista en el cual estamos, es conveniente mantener la idea de la "felicidad" como base del vivir, ya que mantiene el sistema y las ventas altas. La felicidad es algo que constantemente necesitamos consumir y lo venden en todas las tiendas y en cómodas cuotas. 

 Superficialidades, valores efímeros, dependencia emocional, apariencias.  La felicidad como meta o propósito es una mentira que podemos de-construir. 

No me tomes como nihilista, la felicidad es una bella emoción, parte de nuestra gama de posibilidades, pero solo eso. La felicidad no puede ser nuestra base, nuestro propósito por el simple hecho de su naturaleza pasajera. 

 Hay momentos para sentir tristeza, y otros para sentir felicidad. 
Hay momentos para sentir enojo y otros para sentir todo lo que haya que sentir.

 Las emociones nos entregan un bello universo de experiencias humanas, pero tenemos que avanzar en nuestras miradas y reconocer la esencia espiritual del vivir. La felicidad es pasajera, es una brisa que se disfruta pero que no podemos pretender sujetar, ni menos comprar.

 El materialismo de manera literal nos plantea una prevalencia de lo físico por sobre lo metafísico. Por ello, en la búsqueda de esencias más profundas que la mera felicidad, te invito a observar desde una mirada invertida, donde podemos reconocer lo físico como parte del vivir, pero sobre todo, lo metafísico como lo esencial. 

 Esto puede sonar complejo y muy filosófico (y lo es), pero como toda idea poderosa, podemos verlo desde una mirada práctica y cotidiana y nos daremos cuenta de su poderosa realidad.  

La prevalencia de lo metafísico sobre lo físico ocurre constantemente en nuestro cotidiano vivir. El poder de la imaginación que hace avanzar la tecnología, una simple idea, un recuerdo, la mente...¿podemos medir científicamente todas estas experiencias?

 Podemos de seguro hacer escáners cerebrales y ver patrones eléctricos, pero aquello no explica integralmente el fenómeno. 

Podemos observar con expertos la caricia que una madre realiza a su hijo, pero nunca podremos entender a cabalidad la experiencia solo a través de lo material.  Toda realidad física es solo la punta visible de toda la realidad metafísica que existe bajo la superficie.  

Desde la psicología podemos hacer poderosos intentos por entender las miradas espirituales. El estudio del "bienestar" de Martin Seligman, el "flow" de  Mihály Csíkszentmihályi, "Mindfullness" y muchos otros interesantes conceptos, pero lo fundamentalmente verdadero nunca podrá estar en libros o pertenecer a algún autor.  

Así como existe el lenguaje emocional, existe el lenguaje espiritual, el cual es místico, misterioso y requiere profunda contemplación y experiencia personal.   

    ¿Quién quiere estar siempre feliz?  Si, estar feliz se siente agradable y cómodo, pero la vida siempre funciona en balance. La felicidad y la tristeza son las polaridades que tenemos que aceptar, haciéndonos conscientes de la mentira de la felicidad como meta.  

 En tiempos de adversidad se forjan las personas que se transforman en heroínas y héroes de la historia. Tanto la felicidad como la tristeza son caminos hacia el aprendizaje y la auto-actualización hacia una plenitud que no depende de las emociones.

Encontremos el propósito, seamos tranquilidad y paz para otras personas, agradezcamos cada momento consciente y avancemos hacia la luz con la felicidad como serendipia. 













 

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